El Servicio de Oncología Radioterápica del Centro Oncológico de Galicia inició su labor asistencial en julio del año 1973, contando como recursos técnicos para su actividad clínica con una unidad de telecobaltoterapia (Theratron-80) y una amplia dotación de Radio-226 en forma de tubos para aplicaciones ginecológicas y agujas para curieterapia intersticial, un radioquirófano y cuatro habitaciones para hospitalización, una de las cuales, radioprotegida, albergaba a los pacientes bajo tratamiento curieterápico.
En la actualidad el servicio dispone de medios para realizar los tratamientos radioterápicos más avanzados, permitiendo ofrecer a los pacientes las técnicas terapéuticas más apropiadas para cada caso.
El servicio estuvo liderado desde sus inicios por el Dr. Camilo Veiras Candal. Su fallecimiento en mayo de 2009 ha otorgado el relevo en la jefatura de Servicio al Dr. Alfonso Mariño Cotelo. Como homenaje a la figura del Dr. Veiras, la Junta de la Fundación decidió cambiar el nombre al servicio, llamándose desde entonces «Servicio de Oncología Radioterápica Camilo Veiras».
Por su calidad y antigüedad, éste es un servicio de referencia en su especialidad, tanto en Galicia como en España.
Información para pacientes del servicio de Oncología Radioterápica
La radioterapia es la disciplina de la medicina que utiliza las radiaciones ionizantes con fines terapéuticos. Su mecanismo de acción se basa en el daño directo e indirecto del ADN celular que produce alteraciones funcionales y/o estructurales y en último término la muerte celular. La forma más habitual de administrar la radioterapia externa es a través de unos dispositivos denominados aceleradores lineales. Los aceleradores lineales han supuesto una evolución de las antiguas unidades de cobalto, que son todavía útiles para el tratamiento de ciertos tumores. Los aceleradores son más versátiles y mejoran la distribución de la dosis de radiación en tumores localizados en profundidad. Los aceleradores lineales tienen la capacidad de producir y acelerar los electrones generados en un filamento por efecto térmico al que se le aplica una diferencia de potencial (corriente eléctrica) y acelera los electrones. Cuando a los electrones se les hace chocar contra una placa tungsteno se producen fotones. Los electrones se utilizan para tratar tumores superficiales y los fotones son utilizados para tratar tumores más profundos.
La radioterapia puede clasificarse según la localización de la fuente de radiación en las siguientes categorías:
En la radioterapia externa la fuente de radiación está alejada del paciente y se utilizan haces de irradiación de alta energía y gran capacidad de penetración tisular. Las unidades de cobalto (fotones de 1,25 MeV), los aceleradores lineales (fotones de más de 4 MeV y electrones de más de 6 MeV), los ciclotrones y los sincrotones (protones) son los dispositivos que generan radiación externa.
La braquiterapia o radioterapia interna utiliza material radiactivo dentro del tumor o en tejidos circundantes. Las fuentes radiactivas utilizadas son radioisótopos de baja-moderada energía y limitada penetración tisular. Los radioisótopos de más aplicación clínica son el Cesio, Iridio, Yodo y Paladio. Se aplican en forma de alambres delgados, cápsulas o semillas y se distribuyen en recipientes sellados. Según la localización de los aplicadores (dispositivos a través de los cuales se introduce el radioisótopo), la braquiterapia puede ser intracavitaria si se introducen en una cavidad natural (esófago, vagina), intersticial si el radioisótopo se introduce directamente en el tumor y superficial si el radioisótopo se deposita sobre una superficie (piel). Según el tiempo de permanencia de la fuente radiactiva en el tumor, los implantes de braquiterapia pueden ser temporales o permanentes. Los implantes radiactivos pueden ser de alta tasa, media tasa o de baja tasa de dosis dependiendo si la fuente radiactiva libera una determinada dosis de radiación en menor, intermedio o mayor tiempo respectivamente. La braquiterapia intersticial de baja tasa de dosis es comúnmente utilizada en tumores de la cavidad oral, orofaringe, sarcomas y más recientemente en el tratamiento del cáncer de próstata de bajo riesgo. La braquiterapia intracavitaria de baja tasa de dosis se aplica en tumores ginecológicos.
La radioterapia externa se clasifica según la finalidad del tratamiento en radioterapia radical cuando se aplica de forma exclusiva, siendo el único tratamiento que el paciente precisa, radioterapia adyuvante o complementaria si se administra después o antes del tratamiento primario del cáncer, radioterapia profiláctica si la intención es prevenir la aparición de metástasis en un localización determinada y radioterapia paliativa cuando la intención del tratamiento es reducir los síntomas producidos por el crecimiento del cáncer. También la radioterapia externa se clasifica según la combinación con otros tratamientos en radioterapia postoperatoria si se administra después de la cirugía con el objeto de esterilizar las pequeñas cantidades microscópicas de cáncer que puedan haber quedado, radioterapia preoperatoria si se aplica antes de la cirugía con la intención de reducir el tumor para que la operación sea menos extensa, radioterapia simultánea o concomitante si se combina simultáneamente con quimioterapia y radioterapia intraoperatoria o peroperatoria si se administra en el mismo acto quirúrgico o en el periodo postoperatorio inmediato. Por último, en ciertas situaciones es necesario aliviar los síntomas severos producidos por el cáncer y se utiliza radioterapia paliativa en casos de dolor óseo por metástasis, síntomas neurológicos por metástasis cerebrales, por compresión de la médula espinal o por afectación de plexos nerviosos, bloqueo linfático por la compresión de la vena cava superior y hemorragia tumoral.
La radioterapia puede clasificarse según la localización de la fuente de radiación; en radioterapia externa o teleterapia y radioterapia interna o braquiterapia o curieterapia. En la radioterapia externa la fuente de radiación está alejada del paciente y se utilizan haces de irradiación de alta energía y gran capacidad de penetración tisular. Las unidades de cobalto (fotones de 1,25 MeV), los aceleradores lineales (fotones de más de 4 MeV y electrones de más de 6 MeV), los ciclotrones y los sincrotones (protones) son los dispositivos que generan radiación externa.
La braquiterapia o radioterapia interna utiliza material radiactivo dentro del tumor o en tejidos circundantes. Las fuentes radiactivas utilizadas son radioisótopos de baja-moderada energía y limitada penetración tisular. Los radioisótopos de más aplicación clínica son el cesio, iridio, yodo y paladio. Se aplican en forma de alambres delgados, cápsulas o semillas y se distribuyen en recipientes sellados. Según la localización de los aplicadores (dispositivos a través de los cuales se introduce el radioisótopo), la braquiterapia puede ser intracavitaria si se introducen en una cavidad natural (esófago, vagina), intersticial si el radioisótopo se introduce directamente en el tumor y superficial si el radioisótopo se deposita sobre una superficie (piel). Según el tiempo de permanencia de la fuente radiactiva en el tumor, los implantes de braquiterapia pueden ser temporales o permanentes. Los implantes radiactivos pueden ser de alta tasa, media tasa o de baja tasa de dosis dependiendo si la fuente radiactiva libera una determinada dosis de radiación en menor, intermedio o mayor tiempo respectivamente. La braquiterapia intersticial de baja tasa de dosis es comúnmente utilizada en tumores de la cavidad oral, orofaringe, sarcomas y más recientemente en el tratamiento del cáncer de próstata de bajo riesgo. La braquiterapia intracavitaria de baja tasa de dosis se aplica en tumores ginecológicos.
La radioterapia externa se clasifica según la finalidad del tratamiento en radioterapia radical cuando se aplica de forma exclusiva, siendo el único tratamiento que el paciente precisa, radioterapia adyuvante o complementaria si se administra después o antes del tratamiento primario del cáncer, radioterapia profiláctica si la intención es prevenir la aparición de metástasis en un localización determinada y radioterapia paliativa cuando la intención del tratamiento es reducir los síntomas producidos por el crecimiento del cáncer. También la radioterapia externa se clasifica según la combinación con otros tratamientos en radioterapia postoperatoria si se administra después de la cirugía con el objeto de esterilizar las pequeñas cantidades microscópicas de cáncer que puedan haber quedado, radioterapia preoperatoria si se aplica antes de la cirugía con la intención de reducir el tumor para que la operación sea menos extensa, radioterapia simultánea o concomitante si se combina simultáneamente con quimioterapia y radioterapia intraoperatoria o peroperatoria si se administra en el mismo acto quirúrgico o en el periodo postoperatorio inmediato. Por último, en ciertas situaciones es necesario aliviar los síntomas severos producidos por el cáncer y se utiliza radioterapia paliativa en casos de dolor óseo por metástasis, síntomas neurológicos por metástasis cerebrales, por compresión de la médula espinal o por afectación de plexos nerviosos, bloqueo linfático por la compresión de la vena cava superior y hemorragia tumoral.
Existen distintas técnicas de radioterapia externa realizadas en los aceleradores lineales que dependen fundamentalmente de la complejidad de la planificación y de la calidad dosimétrica generada.
En el tratamiento radioterápico participa un equipo de profesionales especialmente entrenado dirigido por un oncólogo radioterapeuta. El oncólogo radioterapeuta es un médico especialista en Oncología Radioterápica que elabora, prescribe y supervisa el plan de tratamiento radioterápico. Puede modificar el tratamiento dependiendo de la evolución del paciente, identifica y trata los efectos adversos de la irradiación y colabora con otros especialistas implicados en el tratamiento multidisciplinar del cáncer como oncólogos médicos y cirujanos.
Los físicos médicos trabajan estrechamente con el oncólogo radioterapeuta en la planificación y administración del tratamiento. Supervisan el trabajo del dosimetrista y se implican directamente en la planificación de tratamientos complejos. Además, elaboran y dirigen los programas de calidad de las unidades de tratamiento y realizan pruebas dirigidas a establecer el buen funcionamiento de las unidades y de la calidad del haz de irradiación.
Los dosimetristas realizan su trabajo junto con el oncólogo radioterapeuta y el físico médico para seleccionar la técnica de radiación capaz de generar la mejor distribución de la dosis de radiación sobre el tumor y la mayor exclusión de las dosis de radiación en los tejidos sanos. El trabajo lo realizan en ordenadores que utilizan algoritmos de cálculo complejos capaces de procesar distintos tipos de imágenes.
El técnico en radioterapia es la persona encargada de realizar el tratamiento diario de irradiación supervisado por el médico. Debe ser meticuloso en la inmovilización y posicionamiento diario del paciente, asegurar que se ha hecho el tratamiento adecuado y realizar un registro diario del tratamiento.
La enfermera de oncología radioterápica trabaja con todo el equipo de tratamiento para atender las necesidades del paciente y la familia, antes, durante y después del tratamiento. Explican los cuidados que se deben tener durante y después de la irradiación y los posibles efectos adversos y cómo tratarlos. Otros profesionales de la salud implicados en el cuidado de estos pacientes son los médicos nutricionistas, fisioterapeuta, dentista y asistentes sociales.
Antes de realizar un tratamiento con radioterapia el médico oncólogo radioterapeuta habla con el paciente y le explica los beneficios y riesgos del tratamiento así como otras posibilidades terapéuticas existentes.
El tratamiento con radioterapia es indoloro y el paciente no nota ningún tipo de sensación, se administra de forma ambulatoria en forma de sesiones diarias (fracciones), cinco días por semana, de lunes a viernes descansando sábados y domingos hasta un total de 25-40 fracciones dependiendo del tipo de tumor tratado. En ocasiones el tratamiento tiene que interrumpirse un día o más por la aparición de efectos adversos y se reanuda cuando éstos han mejorado o desaparecido. Durante el tratamiento se programan radiografías de verificación y revisiones semanales con el oncólogo radioterápico y la enfermera para observar la evolución, los efectos adversos y recomendar tratamiento si precisa. Es habitual recomendar a los pacientes ciertos cuidados y hábitos durante y después de la irradiación como descansar lo suficiente, seguir una dieta equilibrada y nutritiva y prestar especial atención a la piel que puede quedar sensible y enrojecida. Después del tratamiento se cita de forma programada al paciente para verificar su recuperación y la evolución del cáncer.
En general, el tratamiento del cáncer se realiza combinando cirugía, quimioterapia y radioterapia. Excluyendo los tumores muy precoces que pueden ser curados con radioterapia exclusiva, la radioterapia es una parte más del tratamiento del cáncer y se suele administrar antes o después de cirugía y antes, simultáneamente o después de quimioterapia. La radioterapia también se indica para aliviar el dolor y los síntomas producidos por los tumores diseminados en los huesos, cerebro u otras localizaciones.
La radioterapia es un tratamiento exclusivamente local, sólo trata la zona que se irradia sin afectar al resto del organismo, similar a lo que hace la cirugía. En este sentido, cirugía y radioterapia se utilizan conjuntamente y en ocasiones se combina quimioterapia y radioterapia sin cirugía con el fin de evitar resecciones mutilantes que conserven el órgano sin disminuir el porcentaje de curación (cáncer de mama, útero, recto, vejiga etc)
Excluyendo algunos tumores de las gónadas y leucemias, la radioterapia puede ser utilizada en el resto de tumores de forma exclusiva o en algún momento de su evolución.
Paralelamente al efecto beneficioso de la radioterapia para el control, alivio o curación del cáncer, la radioterapia puede producir efectos adversos derivados de la irradiación de los tejidos sanos adyacentes al tumor. En general, la radioterapia es bien tolerada y muchos pacientes pueden realizar su actividad normal, sin embargo, en algunos pacientes pueden aparecer efectos adversos que generalmente se circunscriben a la zona tratada.
Los efectos adversos de la radioterapia son agudos y crónicos, se observan a partir de los noventa días de haber finalizado la radioterapia y son el resultado de un proceso de transformación tisular derivado de la depleción de células de crecimiento lento como el músculo, parénquima renal, hepático, tejido nervioso, etc. Estos efectos adversos crónicos no son recuperables y son permanentes constituyendo el factor limitante más importante de la radioterapia clínica aunque es cierto que la probabilidad de aparición de efectos adversos crónicos es baja.
Entre los efectos adversos crónicos se encuentran la xerostomía o pérdida de saliva, fibrosis o endurecimiento del tejido subcutáneo, pulmón o intestino, necrosis, daño neurológico y en la población pediátrica retardo de crecimiento, alteraciones hormonales y aparición de segundos tumores. Cuando suceden durante el periodo de tratamiento y en los noventa días posteriores. Son consecuencia de un proceso inflamatorio derivado de la depleción de células progenitoras de tejidos de crecimiento rápido como la piel, mucosa de la cavidad oral y del tracto gastrointestinal, tejido hematopoyético, folículo piloso, etc.
Estos efectos adversos agudos son transitorios y recuperables por la capacidad de reparación que tiene el tejido sano. Suelen aparecer a partir de la segunda o tercera semana de tratamiento y pueden durar varias semanas después del tratamiento. El síntoma más frecuente es la fatiga que no suele ser incapacitante. La mucositis (inflamación de la mucosa oral), esofagitis (inflamación del esófago), enteritis (inflamación del intestino delgado), epitelitis y dermitis (inflamación de la piel), alopecia y aplasia medular son los efectos adversos agudos más frecuentemente observados. En muchas ocasiones es necesario la administración de tratamiento antiinflamatorio, la alimentación con medios especiales y menos habitualmente el ingreso hospitalario para reposición hidroelectrolítica.